Contabilizarlo todo
12/04/2025
Estuve pensando antes en cómo me tranquiliza, me importa y me motiva tener ciertas métricas alrededor de mi vida, al menos de las cuestiones en las que estoy trabajando ahora. Desde ciertas medidas antropométricas (peso, porcentajes de grasa…) hasta mi actividad física. Y estaba pensando en reflexionar sobre ello y en escribir. Hasta que me he encontrado este artículo de Karelia Vázquez en El País, por desgracia protegido con paywall. Me voy a permitir extraer unas citas.
Alrededor de 2010, el monitoreo constante era una práctica de nerds que se reconocieron en el movimiento self-quantified. Su objetivo era alcanzar la cima del autoconocimiento a través de los números. Quince años después, el hábito selftracker (el seguimiento propio) no solo se ha normalizado, sino que a los números les ha salido un matiz moral y motivacional. ¿Cómo vas a convertirte en “la mejor versión de ti mismo” si no dominas tus métricas? ¿Cómo pretendes “optimizar tu rendimiento” sin cuantificar tus objetivos?
Lo que sí nos dan [las métricas] es sensación de control. “A mucha gente los números les ofrecen objetividad en su vida y eso les da paz mental”, confirma Gilmore.
Esta es la clave desde mi punto de vista.
“La gente parece disfrutar con las métricas en todos los aspectos de su vida —apunta por correo electrónico Deborah Lutton, una de las grandes estudiosas del movimiento self quantified—, por eso también documentan su consumo de cultura, les sirve para posicionarse como ávidos lectores, o como gente de gustos musicales refinados. Este tipo de cuantificación se ha hecho siempre, antes con papel, lápiz u hojas de cálculo, y ahora con apps y plataformas que nos ayudan, además, a compartir nuestras métricas con el mundo”.
Controlar cada acto de nuestra vida es útil para intelectualizar casi todo. A Gary Wolf, uno de los fundadores del movimiento self quantified, le gusta decir en sus conferencias que “los números quitan resonancia emocional a los problemas y los hacen intelectualmente manejables”.
Vuelve la idea de la sensación de control, de manejo de la propia vida.
Sus avances serán objetivos y medibles porque, dice la tecnomoral, lo que no se mide no existe.
Esto es totalmente cierto. Pero sí que añado un tema: las métricas son las que nos permiten saber, o al menos intuir con dato que respalde, si nos movemos más o menos que antes, si dormimos más o menos (lo de mejor o peor es una cuestión subjetiva, claro), si pesamos más o menos.