Llevo un tiempo fijándome en una sensación que estoy experimentando cada vez con más frecuencia (probablamente porque cada vez soy más consciente de ella), y es la sensación de estar solo y desamparado. No me refiero a que me sienta solo o a que me sienta mal en sí, pero sí hay ciertos momentos en los que la ausencia de humanos me trae una sensación muy extraña, como de hacerme pequeño entre la inmensidad. Voy a explicaros tres instancias bastante cotidianas en las que esto me ocurre.
La radio y televisión enlatada
No sé para vosotros, pero para mí la radio y la televisión son casi compañía, sobre todo desde que vivo solo. Y tener la sensación de estar viendo algo en el televisor y notar que “no hay nadie al volante” me hace sentir… raro. Cosas como la programación de episodios aleatorios que se repiten de un día para otro o los cortes para publicidad abruptos y que se nota que están programados de antemano me hacen sentir que no hay un humano detrás de ese canal, que todo lo está eligiendo una máquina.
Pasa lo mismo con las radiofórmulas que se nota que son apenas un ordenador con un programa como el Zara Radio, una carpeta llena de archivos MP3 y unas cuantas cuñas pregrabadas, o incluso un sintetizador de voz. Aunque al menos aquí ya soy consciente de ello y estoy acostumbrado (y de hecho ya os conté que soy un buen oyente de este tipo de radios), pero siempre agradecería que hubiera una persona dando las horas o diciendo un par de frases de vez en cuando. Incluso a sabiendas de que estos turnos también pueden grabarse de antemano, al menos tienes la ilusión de que hay alguien al otro lado.
Recuerdo cuando con 16 o 17 años me quedaba despierto toda la noche estudiando, o intentando estudiar, y me ponía el Hablar por Hablar de fondo. Esta radio que te da la sensación de que no eres la única persona que está despierta, que no estás solo, creo que tiene su público. Aunque sean insomnes, algún estudiante suelto, guardas de seguridad y camioneros.
La única persona despierta
Lo que comenté cuando hablé de la radio también se aplica a la vida real. En mi pueblo es habitual andar de noche y no cruzarse con absolutamente nadie, y no ver una sola luz en ninguna de las casas por las que pasas. La sensación de ser la única persona despierta del pueblo es desoladora, sobre todo si estás a la intemperie. Sin embargo si ocurre en la comodidad de tu dormitorio tiene otro matiz totalmente distinto: estar protegido, calentito… Al final estás a gusto.
No obstante hay una salvedad. En verano no resulta raro que decida salir un poco del pueblo para ver las estrellas (sobre todo si son las perseidas; todos los años hago por verlas pero nunca lo consigo). Y estar solo, en silencio casi total, bajo la inmensidad de un cielo llenísimo de estrellas… me hace sentir pequeño. Pero me hace sentir todo lo pequeño que se supone que me tengo que sentir en un entorno como ese. Con eso no tengo problema, sobre todo si soy quien controla esa sensación.
Las redes sociales y la IA
Otra instancia en la que me ocurre esto es haciendo doomscrolling en Instagram. Yo veo los vídeos de TikTok como las personas mayores, una semana después en la sección de Reels de Instagram o de Shorts de YouTube. Y cada vez más me están apareciendo cantidades mayores de vídeos que son contenido absurdo, generado al peso, que no aportan absolutamente nada a la humanidad.
Canales llenos de vídeos de gente haciendo vídeos por kilos cantando una frase de una canción mientras intenta aplicarse un filtro, gente en general haciendo el tonto durante 10 segundos. Un feed generado estrictamente para mantenernos ocupados sin prestar atención y segregando dopamina. Reposts de vídeos que fueron virales hace años y que así se vuelven a hacer virales (por ejemplo el de Cómeme el Donut de Factor X de hace unos años). Pero al menos estos vídeos los hacen humanos. Es basura, pero basura creada por una persona (o, ejem, una granja de ellas).
Pero puede ser todavía peor. Canales repletos de vídeos cuyos audios han sido generados con sintetizadores de voz leyendo posts de Reddit con subtítulos sobre gameplays de vídeos de móvil (además habitualmente leyendo siempre los mismos textos), simulaciones en 2D donde ves cuadros rebotar para ver quién gana una carrera que nadie pidió, bolas rebotando en círculos con juegos como “a ver si puede escapar en 10 segundos” o “cinco rebotes y se queda parada”, partidas a juegos parecidos al Arkanoid o al Brick Breaker con un fragmento en repetición de la canción de “Beep Beep I’m a Sheep”,
Pero lo que me ha hecho sentir esto con mayor intensidad son vídeos que se ve que son claramente alterados con IA. Un vídeo de una bailarina ¿rusa? donde la cara se va volviendo cada vez más y más y más extraña. Cada vez menos… humana. Era como un accidente en la autopista: sabes que no debes mirar porque no es correcto y lo que estás viendo no está bien y no tendría que haber ocurrido, pero no puedes apartar la vista.
Y que las plataformas promocionen este tipo de contenidos algorítmicos en nuestros feeds que también son algorítmicos lo único que evidencia es que en realidad funcionan en términos de audiencia y engagement. Y estos contenidos me hacen sentir… ajeno a la realidad que me rodea, desconectado de mi entorno. Quiero decir la palabra ”alienado” pero en realidad no sé si es la correcta. Es un poco como cuando en Doctor Who la TARDIS se materializa en una nave con el piloto automático y toda su tripulación muerta. Solo que aquí en realidad basta con apagar el móvil para salir de ahí.
Está la teoría cada vez más extendida de que en Internet en realidad hay cada vez menos personas, sino que todo son IA hablando con otras IA. El Internet muerto. Todo son bots que generan interacciones falsas y contenido absurdo, y cada vez hay menos personas. Y puede tener cada vez más sentido en realidad.
Puede que la conclusión final sea la que he escrito en Mastodon tras publicar este post:
Qué importante es sentir que el mundo gira a tu alrededor, y que no estás solo en mitad de la nada. De la nada en el espacio y en el tiempo.