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  • Ya me ha llegado la máquina de escribir

    ¿Recordáis que hace unos días escribí que me había comprado una máquina de escribir por Wallapop, y que finalmente no me llegó por problemas con el transporte? Si no lo recordáis ya os lo estoy contando ahora; llegado el momento Correos avisó tantoal vendedor como a mí mismo de que el envío se había extraviado y que nos devolvían el dinero. Pero yo seguía con el capricho de tener una máquina de escribir eléctrica. Ya me había ilusionado y estaba decidido a ello.

Por ello volví a meterme en la plataforma y encontré una segunda máquina, parecida a la primera que vi, pero que además resultaba idéntica a la que recordaba haber
utilizado de pequeño. Tiene tipografías intercambiables (usa un sistema de margaritas que también son razonablemente sencillas de encontrar) y puedes configurar algunos parámetros
como el interlineado o la separación entre caracteres. A mí me gusta así, tal como ves en este texto.
Me ha llegado hoy, sin ningún percance. La sorpresa agradable es que
incluso trae una cinta casi entera, que es la que estoy utilizando. Yo, por si acaso, ya
había comprado una cinta de recambio, que se quedará esperando pacientemente en un cajón hasta que sea necesario.

Lo que veo que me va a costar más cuando escriba con ella es la diferencia en la posición de algunos caracteres con la del teclado de ordenador que utilizo muchas horas al día. Por ejemplo, la tilde está una tecla más allá, estando la cedilla (ç) en medio. También me resulta curioso tener la L germinada (1• y L;) como tecla independiente,
habría imaginado que fuera un carácter como la tilde. Y acuso también diferencia en las
posiciones de varios símbolos como los paréntesis, que están sobre el 4 y el 5. Y por último agradezco tener una forma sencilla de escribir rápidamente la cantidad de pesetas (Pts.) que tengo.

¿La voy a utilizar? Pues no creo que sea un aparato que vaya a usar a diario. Las cosas como son, no es el sistema más práctico para escribir en 2024,
existiendo los procesadores de texto y las impresoras baratas. Pero tiene cierto encanto
escribir directamente en papel, con medios de corrección limitados (por suerte esta tiene
forma de corregir erratas) y sin mucha más pretensión que escribir. Y sin distracciones,
y sin usos alternativos, como ya he comentado algunas veces.

    (Con algunas erratas que he detectado al leer el texto, pero parte del encanto de escribir con esto es tener que prestar atención al texto antes de escribirlo o, por el contrario, apechugar con el error ya escrito)

  • #91

    Estoy ejecutando en este momento la beta de WordPress 6.7 (creo que es la tercera). Y, de rebote, he puesto el nuevo tema por defecto, Twenty Twenty-Five. Estaba un poco saturado de azul, aunque en aquel momento me gustaba. Cambian tipografías y más cosas.

    Me gusta que todo sea, o al menos parezca, más limpio y sencillo.

    Sigo planteándome, eso sí, si cambiar de CMS. El drama actual no ayuda, la verdad. Pero reconozco que la principal razón por la que sigo usando WordPress es porque simplifica mucho mi flujo de publicación y los dispositivos desde los que puedo publicar.

  • #90

    Al final mi máquina de escribir se perdió. Desde Wallapop nos devolvieron el dinero al vendedor y a mi.

    Y con ese dinero encontré otra máquina algo mejor y todavía más barata (9€, envío aparte). Esta tiene tipografías en forma de margarita. A ver cómo llega la que compré y si me hago con alguna más.

  • «Blogs are not commodities»

    He leído este post de Living Out Loud del que quiero destacar una cita (traducida por mí):

    Por suerte, mi interés en la informática no ha sido arruinado por tenerlo como modo de vida. Ya tengo una profesión que adoro. No tengo mayor deseo de abultar mi cuenta bancaria a través del blogging que el que tengo de monetizar mi bicicleta o mis botas de senderismo. Es una lástima que exista un movimiento en este país para que la gente monetice sus hobbies cuando lo que necesitamos es un movimiento que asegure que los trabajadores ganen suficiente gracias a sus empleos, de manera que puedan tener vidas significativas lejos del trabajo.

    «Blogs are not commodities» (Lou Plummer, Living Out Loud)
  • #89

    Para muchos el año no empieza en enero, sino realmente en septiembre. Volvemos del verano para empezar el curso (aunque no haya nada escolar ni académico en nuestra vida ni alrededor de ella), retomamos las rutinas, volvemos a empezar.

    Menos en mi pueblo. En mi pueblo el año empieza en realidad cuando terminan las fiestas, a mediados de octubre. Porque en septiembre en realidad estamos todos expectantes y preparando cosas.

    Ahora es cuando hay que apretar y empezar a hacer cosas.

  • #88: de fiesta

    Esta semana han sido las fiestas de mi pueblo. Toda la población se pasa todo el año esperándolas con ansia, los negocios se preparan para ella porque en realidad es la semana donde hacen el agosto, y como además tienen la particularidad de ser totalmente comunitarias, muchas personas nos implicamos en la organización de actividades. La pena es que ha llovido, en ocasiones más que una simple llovizna. Muchas actividades se han visto afectadas, o como poco deslucidas.

    Lo que no me termina de gustar es que este año no me lo haya pasado bien, ni en realidad me apetecía estar de fiesta. Y ha sido complicado explicarlo a quienes me rodean. Porque no significa necesariamente que me pase nada, ni que me encuentre mal ni que esté triste. Sencillamente no tenía ánimo de estar hasta las tantas en la verbena (y eso que el rato que estuve en la de ayer me lo pasé francamente bien) o de pasarme todo el día rodeado de gente y de ruido.

    «Estar de fiesta» parece un estado permanentemente deseable, incluso una forma de dar sentido a la vida, sobre todo cuando tienes cierta edad o te mueves por determinados entornos. Estas con tus amigos, bebiendo lo que bebas, escuchando música… pero a lo mejor lo que quieres es estar con tus amigos, y estás a pesar de la música, a pesar de la bebida, a pesar del resto de la gente. Y en realidad es complicado de explicar.

    Y lo malo es que acabas o saliendo incómodo por miedo a perderte cosas o directamente perdiéndote cosas. No hay forma de ganar.