• «Ventanas virtuales» para tener de fondo

    «Ventanas virtuales» para tener de fondo

    Hace cuatro años, al principio del confinamiento por la pandemia de COVID-19, yo vivía en un quinto interior en el centro de Madrid. Solo se podía ver un patio interior y el cielo desde la ventana de uno de los dormitorios. Ese dormitorio lo llamábamos cariñosamente «la terraza», y pasé mucho tiempo allí metido leyendo. Y entonces recordé que había muchos sitios con webcams en directo, colocadas por todo el mundo, esperando a que vaya alguien a mirar.

    Y vaya si había.

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  • Tengo una relación de amor-odio con la rutina

    La rutina para mí significa muchas cosas a la vez. Tener una rutina diaria en algunas ocasiones da sentido y elimina mucha de la parálisis por decisión que muchas personas pueden experimentar por cuestiones del día a día (una de las razones por las que se ha dicho siempre que personas como Steve Jobs o Mark Zuckerberg visten siempre igual, por ejemplo). Y es muy fácil mantener hábitos dentro de una rutina.

    Pero el problema viene cuando mantener una rutina diaria (o semanal, o mensual) acaba ahogando todo atisbo de espontaneidad. Cuando rellenas tus días con todo tipo de cosas que hacer, siempre las mismas, incluso repitiendo cosas como outfits o menús semanales, corremos el peligro de caer en el más absoluto de los tedios.

    Es un problema del primer mundo en realidad. «Todos los domingos, para comer, pollo asado», «solo me visto con vaqueros», «todos los viernes cena y cervecitas en el bar», «menudo coñazo, siempre lo mismo». En realidad es puro aburrimiento de no vivir en tiempos interesantes, de tenerlo todo resuelto y no enfrentarse ni a la más mínima decisión. Al final lo que se supone que nos facilita la vida nos acaba aburriendo.

    No son tiempos interesantes. Ojalá no vivirlos.

  • Caja híbrida Android + TDT

    Caja híbrida Android + TDT

    Hace poco rescaté un televisor que tiene unos cuantos años. No tantos como para no ser plano ni tener una entrada HDMI, pero sí los suficientes para que, tras el reciente cambio en la televisión digital terrestre española, no sea capaz de recibir ningún canal. Total, que me he visto en la necesidad de comprarle un TDT para poder seguirla utilizando.

    Pero ese televisor tiene un único puerto HDMI. Y ni me apetecía tener que estar cambiando cables ni estaba por la labor de comprar además un switch HDMI para ir cambiando entre la TDT y un cacharrín para convertir la tele en smart, para poder ver contenido en Prime Video y semejantes. Y tras meterme en mi tienda online habitual me di cuenta de que tenía dos tipos de aparato: sintonizadores TDT básicos (alguno con USB para grabar si acaso), y cajas para ver streaming.

    Hasta que encontré un sintonizador que me llamó la atención por combinar ambas funcionalidades en un único aparato y un solo mando. Basta conectarle la antena, configurar tu red inalámbrica y ya tienes un Google TV con una app llamada «Live TV» que sirve para ver tu TDT, sin suscripciones ni zarandajas. Luego puedes bajarte todas tus apps, conectar un disco externo o un pen drive para grabar tus programas o ver tus películas… Bastante apañado, la verdad.

    El mando tiene números para cambiar de canal (lo que me resulta poco habitual y una sorpresa bastante agradable), tiene un tacto agradable y es cómodo de utilizar. Quizá lo que más eche de menos sea una guía de programación más avanzada. La guía de programación es el núcleo de todo servicio de televisión, gratuito o de pago, y no se le da el crédito que se merece.

    Link de afiliado mediante, este es el TDT al que me refiero. No es que sea la cosa más potente del mercado pero sí una que cubre una necesidad muy concreta: combinar televisión terrestre y aplicaciones en un único puerto HDMI.

  • Me gustan los objetos con una sola funcionalidad

    Me gustan los objetos con una sola funcionalidad

    Ya os he hablado de mi botón favorito, uno que apaga todas las luces desde la cama. También tengo otro parecido para cuando salgo de casa, así como mandos para controlar la música de mis altavoces conectados tanto del salón del despacho. Y el caso es que todas esas acciones las podría hacer, como mínimo, con mi móvil, si es que no puedo usar además un asistente de voz para ello. Ya sabéis que las interfaces de voz no son lo mío.

    El caso es que me gustan los objetos con una sola funcionalidad. Me gustan los relojes de pulsera y los despertadores, me gustan las calculadoras, las máquinas de escribir o los reproductores de música. Y no me gusta que me gusten, porque van totalmente en contra de un estilo de vida minimalista que en realidad me parece casi bucólico y que precisamente disfruto cuando estoy fuera de mi entorno habitual. Aprecio cuando no estoy rodeado de cosas pero me gusta tener cosas alrededor.

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  • #60 La intencionalidad de una acción

    #60 La intencionalidad de una acción

    Uno de los placeres que me permito tomarme cuando tengo algo de tiempo es sentarme a leer. Ya os lo conté en otro post. Decidir (activamente o por defecto) sentarme a leer un libro o una revista y pasar un rato dedicando toda mi atención a eso, quizá con algo de música suave de fondo si no hay otro sonido mejor, es algo que me encanta y que hago cada vez que tengo tiempo para ello.

    Pero no solo disfruto de la acción en sí. Disfruto de la lectura pero también disfruto de haber tenido tiempo para poder leer con calma y enfocándome en ella en ese momento, y de haber elegido activamente haber hecho eso en vez de hacer cualquier otra cosa para pasar el tiempo. De haber vencido el FOMO en favor de algo que francamente en ese momento me apetecía más, y sin pensar si es lo que más me conviene, lo que mejor me viene o lo que me puede resultar más productivo.

    De hecho el componente de disfrutar de la mera intencionalidad y de usar el tiempo de manera consciente, al menos en mi caso, se extiende también a la música. Escuchar un disco de principio a fin, prestándole gran parte de mi atención, es algo que no suelo hacer porque la música suele formar parte de mi vida más como algo que está siempre presente de fondo, pero sí que hay discos que me siento a escuchar con mucha calma.

    Al principio del confinamiento por COVID-19, cuando no podíamos hacer gran cosa, reconozco que dediqué conscientemente mucho tiempo a leer y a escuchar música de manera consciente. Las circunstancias eran las que eran, pero si no hubiera sido por esto (y por el Animal Crossing; ya hablaré en otra nota de ello) lo hubiera pasado muchísimo peor, no me cabe duda.

    Foto de Thought Catalog en Unsplash

  • #59 Sentarme al ordenador

    Una cosa que va aparejada a mi recientemente readquirido gusto por hacer cosas en la Web es que, de rebote, estoy pasando mucho más tiempo del que pasaba antes sentado delante de mi ordenador.

    Me paso mi jornada laboral delante de un ordenador, termino dicha jornada laboral, hago alguna cosa en casa… y sigo pasando parte de mi tiempo libre, pero cambiando de ordenador por mi portátil personal. Y hace no tanto tiempo consideraría esto un exceso, pero la verdad es que estoy disfrutando de redescubrir la Web y de hacerlo a través de mi ordenador.

    No olvido que también disfruto mucho de usar mi iPad, particularmente cuando estoy fuera de casa. Y mi iPad, con su Magic Keyboard y la app iA Writer hacen de ese dispositivo una máquina de escribir perfecta para cuando quiero escribir algo creativamente (como cualquier nota para un blog). Documentos largos todavía no he hecho porque lo habitual es que necesite tener al lado documentación de referencia.

    Pero sentarme en la mesa del ordenador a hacer algo tiene mucho de intencionalidad y menos de casualidad. Y eso me gusta. En general dedicar conscientemente porciones de mi día a hacer cosas que me hacen sentir mejor me gusta, y me hace sentir que estoy más en control de mi tiempo. ¿Os pasa a vosotros?

    (Voy a hablar mucho estos días sobre la «intencionalidad» de las cosas que hago, aviso. Es algo en lo que estoy pensando mucho últimamente y así pongo en orden mis pensamientos al respecto)