Etiqueta: Rutina

  • #89

    Para muchos el año no empieza en enero, sino realmente en septiembre. Volvemos del verano para empezar el curso (aunque no haya nada escolar ni académico en nuestra vida ni alrededor de ella), retomamos las rutinas, volvemos a empezar.

    Menos en mi pueblo. En mi pueblo el año empieza en realidad cuando terminan las fiestas, a mediados de octubre. Porque en septiembre en realidad estamos todos expectantes y preparando cosas.

    Ahora es cuando hay que apretar y empezar a hacer cosas.

  • #72

    Estos días de atrás los vecinos de mi calle barrimos la calle porque iban a pasar por ella Cristo y su madre (esto es una referencia de una canción de la comarca de Tierra del Pan; más info en mi blog sobre música folk).

    Barrer la calle es una de esas tareas sisíficas a las que es fácil no verles el sentido («¿por qué voy a barrer la calle si va a llenarse de mierda en un rato?»). En el caso de la procesión del Corpus es particularmente irónico: barro la calle para que me la llenen de pétalos de flores.

    Nuestra vida está llena de tareas sisíficas y nuestra mera existencia y presencia en sociedad se basa en ellas (y muchas de nuestras rutinas se basan, precisamente, en hacer tiempo para estas tareas diarias que nunca terminan).

    Ducharse para estar sucio en un rato (sobre todo en verano que no hacemos nada más que sudar), hacer la cama para deshacerla por la noche…

    Sin embargo nada nos quita el gustito que da meterse en una cama con las sábanas fresquitas y bien estiradas. Y desde luego la alternativa a dejar de lavar la ropa y de ducharnos es ir por el mundo apestando. No me parece en absoluto deseable. Estas tareas son un acto de resistencia ante un destino de otra manera inevitable.

  • #69

    En realidad tampoco pasa nada por haberme olvidado ayer una nota. Muchas veces nos autoimponemos un ritmo para llevar a cabo una rutina, una afición, y es algo que tiende a ser beneficioso si buscamos que sea un hábito que permanezca en el tiempo, pero si un día decidimos descansar o hacer otra cosa, en realidad tampoco pasa gran cosa.

    Lo complicado es retomar el ritmo. Mi diario, que apenas se ha abierto una vez en todo mayo, es buen testigo de ello.

  • Tengo una relación de amor-odio con la rutina

    La rutina para mí significa muchas cosas a la vez. Tener una rutina diaria en algunas ocasiones da sentido y elimina mucha de la parálisis por decisión que muchas personas pueden experimentar por cuestiones del día a día (una de las razones por las que se ha dicho siempre que personas como Steve Jobs o Mark Zuckerberg visten siempre igual, por ejemplo). Y es muy fácil mantener hábitos dentro de una rutina.

    Pero el problema viene cuando mantener una rutina diaria (o semanal, o mensual) acaba ahogando todo atisbo de espontaneidad. Cuando rellenas tus días con todo tipo de cosas que hacer, siempre las mismas, incluso repitiendo cosas como outfits o menús semanales, corremos el peligro de caer en el más absoluto de los tedios.

    Es un problema del primer mundo en realidad. «Todos los domingos, para comer, pollo asado», «solo me visto con vaqueros», «todos los viernes cena y cervecitas en el bar», «menudo coñazo, siempre lo mismo». En realidad es puro aburrimiento de no vivir en tiempos interesantes, de tenerlo todo resuelto y no enfrentarse ni a la más mínima decisión. Al final lo que se supone que nos facilita la vida nos acaba aburriendo.

    No son tiempos interesantes. Ojalá no vivirlos.