Este fin de semana he hecho algo nuevo. He aprovechado el buen tiempo para leer tomando un poco de sol, y ha sido la primera vez en muchos meses que me paraba varias horas seguidas y las dedicaba a leer un libro por placer. El libro ha sido «Un tal González», uno que llevo meses leyendo a ratos muertos; ayer fácil me leí medio libro.
No soy un gran lector, la verdad. Pero cuando consigo tiempo para leer lo disfruto bastante. Y hacerlo este fin de semana ha sido, como poco, refrescante. Lo que creo que ha sido determinante ha sido decidir hacerlo en un entorno distinto a mi casa, y sin más opciones. Lo más eficaz para decidir leer, en mi caso, ha sido alejarme de mi resto de opciones de entretenimiento.
Si estoy en mi casa casi seguro que acabaría viendo algo en el televisor porque es lo que tengo más a mano y lo que me da, con muy poco esfuerzo, una dosis aceptable de entretenimiento. Si tengo el móvil a mano lo mismo acabo haciendo doomscrolling en Instagram o algo así; si tengo una consola o acceso a servicios de streaming acabaría buscando algo para jugar o alguna serie para ver (nunca películas; no tantas veces junto hora y media de atención para verla del tirón). Si me quito todo eso de en medio y me quedo con una silla cómoda y un libro… voy a leer y voy a pasármelo bien leyendo.
Hace no mucho reflexionaba que una de las razones por las que disfruto en las vacaciones es justo porque me quito mucho lastre material con el que cuento en casa y me centro en estar presente en el momento y en disfrutar de lo que tengo. Por ejemplo, si estoy en una casa rural y lo único que hay para escuchar es la radio y unos cuantos vinilos, pues esa noche todos acabamos escuchando Los Beatles porque es lo que hay, y no está tan mal. Estoy seguro de que si tuviéramos un altavoz Bluetooth acabaríamos discutiendo por elegir una lista de reproducción.
Puede que un camino a seguir en mis próximos años sea irme librando de muchas cosas superfluas y quedarme solo con las cosas que de verdad me aportan algo1. ¿Y si me leyera lo de Marie Kondo?
Foto de Cassidy Dickens en Unsplash
- Esto además enlaza con mi oscilación entre lo analógico y lo digital. Lo digital no ocupa sitio ni casi espacio en mi mente; lo físico es un libro en mi escritorio o mi estantería. ↩︎