Los campos vallados siempre me han despertado alguna antipatía. Y justo estos días me di cuenta de un campo vallado en el que no había reparado: el de las cafeteras de cápsulas. Cada vez son más asequibles y más variadas, pero tienen un problema: las cápsulas no son compatibles entre sí.
Es decir, podemos elegir una Tassimo, una Dolce Gusto, una Nespresso o (mi más reciente descubrimiento) una Delta Q. Hay mil modelos de mil fabricantes. Pero una vez elijamos una cafetera, tenemos que quedarnos con ella y tenemos que comprar su café y únicamente su café. Y las cápsulas compatibles están empezando a aparecer, pero seguimos estando limitados por los fabricantes de estas cápsulas.
No me acaba de gustar la idea de que por elegir una máquina u otra no puedo elegir el café que me dé la gana, a pesar de que las gamas sean cada vez más amplias. Sobre todo ahora que estoy empezando a ser más selectivo con el café que tomo (tomando menos pero de mejor calidad).
Eso sí: hablo desde el punto de vista del que no tiene una cafetera de cápsulas. Y el café que he probado de cápsulas (Nespresso y Delta Q) está rico. Si encuentras tu café preferido está disponible en formato cápsula, me parece buena idea comprar la cafetera de cápsulas, por conveniencia. Sobre todo si tomas un café de vez en cuando: a mí me da pereza poner mi cafetera italiana para tomarme un café esporádico en casa. Bueno: más que ponerla, me da pereza limpiarla después.
¿Será mejor idea comprar una cafetera espresso que una de cápsulas? Al menos ahí literalmente puedes usar el café que te dé la gana, incluso el que puedas cultivar y tostar tú mismo.