Etiqueta: Intencionalidad

  • Máquinas de escribir

    Máquinas de escribir

    De pequeño tenía acceso a dos máquinas de escribir de dos familiares. No eran mías pero en realidad no importaba, porque yo podía utilizarlas, o sea, jugar con ellas. Y con el paso del tiempo, tras varias mudanzas y habiendo empezado a prestar atención a otros juguetes (por ejemplo, un ordenador) acabé extraviándolas y las dejé de utilizar. Hoy hace muchos años que no uso una máquina de escribir (es 2024; no es tan extraño).

    El tema es que creo que escribir en un dispositivo dedicado únicamente a escribir tiene cierto sentido. He mencionado en algunas ocasiones la intencionalidad de una acción y de las herramientas utilizadas para llevarla a cabo. Podemos hacer muchísimas cosas con un ordenador o una tablet: ver películas, escuchar música, leer libros… Pero también es sencillo distraerse y acabar haciendo la nada más absoluta. Por ello algunos tenemos un reproductor MP3 o un altavoz en casa para escuchar música, o preferimos ver películas en un televisor, o leemos en libros o en lectores de libros electrónicos que sólo sirven para leer libros (y para vendértelos; esto es otro tema). Y escribir es también una de estas acciones.

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  • Me gustan los objetos con una sola funcionalidad

    Me gustan los objetos con una sola funcionalidad

    Ya os he hablado de mi botón favorito, uno que apaga todas las luces desde la cama. También tengo otro parecido para cuando salgo de casa, así como mandos para controlar la música de mis altavoces conectados tanto del salón del despacho. Y el caso es que todas esas acciones las podría hacer, como mínimo, con mi móvil, si es que no puedo usar además un asistente de voz para ello. Ya sabéis que las interfaces de voz no son lo mío.

    El caso es que me gustan los objetos con una sola funcionalidad. Me gustan los relojes de pulsera y los despertadores, me gustan las calculadoras, las máquinas de escribir o los reproductores de música. Y no me gusta que me gusten, porque van totalmente en contra de un estilo de vida minimalista que en realidad me parece casi bucólico y que precisamente disfruto cuando estoy fuera de mi entorno habitual. Aprecio cuando no estoy rodeado de cosas pero me gusta tener cosas alrededor.

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  • #60 La intencionalidad de una acción

    #60 La intencionalidad de una acción

    Uno de los placeres que me permito tomarme cuando tengo algo de tiempo es sentarme a leer. Ya os lo conté en otro post. Decidir (activamente o por defecto) sentarme a leer un libro o una revista y pasar un rato dedicando toda mi atención a eso, quizá con algo de música suave de fondo si no hay otro sonido mejor, es algo que me encanta y que hago cada vez que tengo tiempo para ello.

    Pero no solo disfruto de la acción en sí. Disfruto de la lectura pero también disfruto de haber tenido tiempo para poder leer con calma y enfocándome en ella en ese momento, y de haber elegido activamente haber hecho eso en vez de hacer cualquier otra cosa para pasar el tiempo. De haber vencido el FOMO en favor de algo que francamente en ese momento me apetecía más, y sin pensar si es lo que más me conviene, lo que mejor me viene o lo que me puede resultar más productivo.

    De hecho el componente de disfrutar de la mera intencionalidad y de usar el tiempo de manera consciente, al menos en mi caso, se extiende también a la música. Escuchar un disco de principio a fin, prestándole gran parte de mi atención, es algo que no suelo hacer porque la música suele formar parte de mi vida más como algo que está siempre presente de fondo, pero sí que hay discos que me siento a escuchar con mucha calma.

    Al principio del confinamiento por COVID-19, cuando no podíamos hacer gran cosa, reconozco que dediqué conscientemente mucho tiempo a leer y a escuchar música de manera consciente. Las circunstancias eran las que eran, pero si no hubiera sido por esto (y por el Animal Crossing; ya hablaré en otra nota de ello) lo hubiera pasado muchísimo peor, no me cabe duda.

    Foto de Thought Catalog en Unsplash

  • #47

    De esta entrada en Hacker Stations me ha gustado mucho esta cita, cuando habla de un reproductor de cintas de casette portátil que usa para los paseos.

    I love that it forces intention on the act of listening to music: what you take with you is what you have.

    Tengo un iPod Nano que compré en Wallapop que me encanta porque es un dispositivo con una construcción preciosa, que no ocupa nada ni en el bolsillo ni en la bandolera y que me permite exactamente lo que promete: escuchar la música que le he decidido cargar previamente.

    Elimina de un plumazo la parálisis por elección y hace que escuchar música tenga cierto sentido y no sea meramente algo que tengo puesto de fondo. Quiero hacerme con una minicadena por lo mismo (de hecho ya he rescatado unos altavoces y tengo una cierta colección de discos que he ido comprando, aun sin tener en ese momento dónde reproducirlos).

    (No descarto que esta nota se convierta posteriormente en un post más elaborado)

  • Parálisis por elección material

    Parálisis por elección material

    Este fin de semana he hecho algo nuevo. He aprovechado el buen tiempo para leer tomando un poco de sol, y ha sido la primera vez en muchos meses que me paraba varias horas seguidas y las dedicaba a leer un libro por placer. El libro ha sido «Un tal González», uno que llevo meses leyendo a ratos muertos; ayer fácil me leí medio libro.

    No soy un gran lector, la verdad. Pero cuando consigo tiempo para leer lo disfruto bastante. Y hacerlo este fin de semana ha sido, como poco, refrescante. Lo que creo que ha sido determinante ha sido decidir hacerlo en un entorno distinto a mi casa, y sin más opciones. Lo más eficaz para decidir leer, en mi caso, ha sido alejarme de mi resto de opciones de entretenimiento.

    Si estoy en mi casa casi seguro que acabaría viendo algo en el televisor porque es lo que tengo más a mano y lo que me da, con muy poco esfuerzo, una dosis aceptable de entretenimiento. Si tengo el móvil a mano lo mismo acabo haciendo doomscrolling en Instagram o algo así; si tengo una consola o acceso a servicios de streaming acabaría buscando algo para jugar o alguna serie para ver (nunca películas; no tantas veces junto hora y media de atención para verla del tirón). Si me quito todo eso de en medio y me quedo con una silla cómoda y un libro… voy a leer y voy a pasármelo bien leyendo.

    Hace no mucho reflexionaba que una de las razones por las que disfruto en las vacaciones es justo porque me quito mucho lastre material con el que cuento en casa y me centro en estar presente en el momento y en disfrutar de lo que tengo. Por ejemplo, si estoy en una casa rural y lo único que hay para escuchar es la radio y unos cuantos vinilos, pues esa noche todos acabamos escuchando Los Beatles porque es lo que hay, y no está tan mal. Estoy seguro de que si tuviéramos un altavoz Bluetooth acabaríamos discutiendo por elegir una lista de reproducción.

    Puede que un camino a seguir en mis próximos años sea irme librando de muchas cosas superfluas y quedarme solo con las cosas que de verdad me aportan algo1. ¿Y si me leyera lo de Marie Kondo?

    Foto de Cassidy Dickens en Unsplash


    1. Esto además enlaza con mi oscilación entre lo analógico y lo digital. Lo digital no ocupa sitio ni casi espacio en mi mente; lo físico es un libro en mi escritorio o mi estantería. ↩︎