Hace poco me regalaron un kilo de mi café preferido y un molinillo de café. Y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, aproveché y me autorregalé un artilugio que llevaba mucho tiempo con ganas de probar: una AeroPress. La verdad es que cuando lo ves parece algo venido de otro planeta, o al menos algo que no te imaginas que sirve para hacer café. Me ha pasado con todas las personas a las que se lo he enseñado.
Qué maravilla. Yo hasta ahora cuando me hacía café que no era de cápsulas (que sigo pensando que lo de las cápsulas en muchos casos no es sino una forma de vendor lock-in similar a las impresoras, donde además de comprar al fabricante la máquina le compramos el consumible) usaba una cafetera italiana.
Cafetera italiana que no terminaba de controlar y con la que a veces me salía un café delicioso y otra un café perfecto para asfaltar una calle, y todo esto después de esperar un tiempo que, personalmente, me parecía absurdo (sobre todo si lo comparo con el de la cafetera de cápsulas, claro). Cuando probé la AeroPress os prometo que mi pensamiento fue algo como «qué he estado haciendo todos estos años», y así lo he hablado con algunos amigos.
Ahora el proceso es mucho más simple y, sobre todo, más rápido. Simplemente caliento el agua a la temperatura deseada con el hervidor, coloco el filtro, echo una cucharada de café molido en polvo (que puedo comprar molido o molerlo yo mismo), echo el agua y aprieto suave hasta que cae todo. Para limpiarlo quito la tapa y sigo empujando hasta que sale una especie de puck de hockey hecho de posos que, de hecho, puedo echar directamente a compostar, filtro incluido (mejor si es sin blanquear). Hay quien incluso reaprovecha los filtros para varios cafés.
La AeroPress además tiene una ventaja, y es que no necesita electricidad, solo necesitas calentar agua de alguna forma. Y como ocupa poco, es una opción estupenda para hacer café cuando estás en el campo o de viaje. Tengo que probar a hacerlo con agua fría, a ver cómo queda.
Vale. No es una espresso. No sale el café con tanta crema ni sale un café con tanto cuerpo. Pero sale un café rico aun sin necesidad de ser un café gourmet de a 30€ el kilo. De hecho el descafeinado que me hago por la tarde es Delta. Soy fiel a esa marca, ya lo siento.
De momento me sigo quedando con la cafetera de cápsulas e iré alternando un tipo de café y otro. Estoy feliz con mi Delta Qool, no planeo dejar de usarla, y aquí me resulta sencillo encontrar cápsulas para ella. Cuando esta cafetera se averíe… ya decidiré. Sigo teniendo el gusanillo de una espresso. Pero creo que de momento no quiero más cacharros en casa.
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