Tengo un teclado mecánico. Esto no debería ser especialmente relevante; muchos tenemos teclados parecidos. En mi caso es un modelo de Keychron, una de las marcas más populares por varias razones (una de ellas es tener soporte nativo para macOS). Y, como muchos usuarios de teclados mecánicos, estoy muy feliz de tenerlo. Me resulta cómodo, no es especialmente ruidoso, no me hace mucho daño a las muñecas.
Pero hace no mucho decidí tener un segundo escritorio en mi despacho, sobre todo buscando no utilizar mi ordenador personal y mi ordenador de trabajo en la misma mesa. Tengo espacio de sobra y pantallas extra como para poder intentarlo. Pero me faltaban un teclado y un ratón. Y no estaba por la labor de gastarme otro dineral en un teclado mecánico, así que me hice con un combo de teclado y ratón inalámbricos. Un modelo de Logitech bastante básico y que se conecta por un doble USB y no vía Bluetooth (esto es deseado).
Y oye. Me he llevado una sorpresa agradable al (re)descubrir que no todos los teclados de membrana ni todos los teclados baratos son basura infecta. Algunos son agradables de utilizar, fiables al teclear, con las teclas en su posición aproximadamente correcta y sin ocupar más espacio del necesario.
Sigue gustándome más teclear en mi teclado mecánico (aunque a estas alturas empiezo a dudar que sea más una cuestión de costumbre que otra cosa), pero como teclado secundario este no está nada mal.